jueves, 19 de mayo de 2011

IndieFilmFest - Parte 1


Esta es una historia de ficción .Cualquier similitud con la realidad es mera coincidencia.
¡Posta!



… y la parte superior del trípode da en mi cara y quedo desorientado y recibo un golpe en el estómago y me doblo pero no quiero caer y siento un golpe en la espalda y otro y otro y logro enderezarme y tiro un manotazo para agarrar una de las patas del trípode y me golpean en el pecho y trastabillo y caigo de costado sobre algo afilado en el piso y cierro los ojos y me muerdo para contener el grito y me agarro el brazo y estoy todo empapado por el sudor y la sangre y lo escucho y abro los ojos y veo al hijo de puta acercarse con el trípode roto y lo levanta como si fuera un bate listo para hacer jonrón con mi cabeza…
¡Stop, stop! Así no empieza esta historia. Ni ahí. Hay bocha para contar. Sí, están por reventarme, pero les contaré todo.
Hagan de cuenta que esto es como los primeros minutos de Fight Club, por ejemplo.
Obviamente, empezaré por el principio: una semana y pico atrás, cuando…


1-Kat Dennings

… cuando estaba en el gimnasio, practicando kickboxing con una bolsa de arena. Prefería pelear contra gente, pero o temían perder o me dejaban ganar por lo bien que los garchaba. Quienes hacían lo segundo se quedaban mirándome dar piñas y patadas. Como Bugs y dos boludos más, en ese momento. Solían prendérseme peor que los abrojos. Que de fondo sonara “Higher Ground”, de los Red Hot Chili Peppers, debía ponerlos más al palo.
—Está sonando tu Sony Ericsson —escuché decir a Bugs.
Le pegué una última patada a la bolsa, lo miré.
Bugs sostenía mi celu. Con esas sonrisitas, él y las otras dos locas me provocaron náuseas.
—Estoy pensando en cambiar de gimnasio —dije, bien mala onda, y le arrebaté el Sony. Había un mensaje de mi amigo Matt, queriendo saber cuándo podría pasar por casa a buscar la edición en blu-ray de Scott Pilgrim Vs. The World. Mientras leía, los maricones no dejaban de admirar mis músculos y mi abdomen, transparente porque el sudor pegaba la remera al cuerpo.
 —¿Alguna cita? —dijo Bugs, ahora sin sonreír.
Cuando cogés con alguien estando borracho o drogado, a veces cuesta sacártelo de encima. Bugs no valía la pena ni para presentarle a mi Bowie.
Me di vuelta, llamé a Matt y le dije que tenía la copia encima (retirada de la Aduana unas horas antes) y que nos encontráramos en algún lugar en media hora.
 —¿Por dónde andás? —le pregunté.
—Sigo en la facu —dijo—, pero en un rato salgo y voy para Master Shopping, por el festival.
—¿Qué festival?
—El IndieFilmFest. ¿No viste la propaganda?
No, no la había visto, pero me sonaba para el culo. Salvo algunos casos, las películas independientes era un embole. Estar cerca de un festival así me producía asco.
Aunque peor sería si me quedaba con Bugs, sus mariconas amigas y el resto de los tipos y minas que fingían no mirarme mientras hacían fierros.
—Nos vemos ahí a las seis. Chau.
Corté y me dirigí al vestuario.
—Lucky… —dijo Bugs.
—I know: falta como una hora para completar la rutina, pero terminé acá, ¿okey? ¡Y ni se te ocurra seguirme a las duchas!

Llegué diez minutos tarde al Master Shopping. Matt —puntual a niveles ridículos— estaría dando vueltas por el hall de Hoyts, puteando, con ganas de golpear a quien se le cruzara (mentira: era más bueno que Lassie mutilado). En un mensaje que me había mandado hacía pocos minutos, quedamos en encontrarnos allí. Yo siempre llegaba tarde, a veces a propósito, para gozar viéndolo histérico, y a veces sin querer, y obvio que nunca le daba explicaciones.
Pero no estaba en el hall.
Como no sé quedarme quieto, fui al baño. Seguro le agarraron ganas de mear, pensé. Apenas entré, nadie a la vista. Las puertas de los box, abiertas… salvo las tres más lejanas. De la última podía ver dos pares de calzados, los jeans arrugados por lo caídos. Sabía que Matt no era uno de ellos porque: 1) ni a palos usaba Adidas de marca, y 2) sólo le gustaban las minas.
—Pueden seguir, chicos —dije, y me fui.
Caminando por el hall, quedaba claro que habría un IndieFilmFest: banners en las paredes y colgando del techo, clips cortitos en las pantallas LCD donde pasaban trailers… Hasta en el culo de los boleteros debía haber publicidad. No era nada inspirado el arte: letras blancas, cursivas, pegadas, sobre fondo celeste, y punto.
Si al diseñador le habían encargado un trabajo sobrio, no muy llamativo, se le fue la mano mal.
En lugar de afiches de los estrenos comerciales había posters de las películas que proyectarían en el festival. Algunos tenían onda, por el diseño y los colores y cosas así, pero la mayoría daba lástima: apenas fotogramas —imágenes de personas comunes y corrientes—, con el título y los créditos, y a veces sin fotogramas. Seguro reflejaban lo insoportablemente aburridas que serían esas pelis. Lo mismo que con el logo: menos diez de creatividad para venderte un carajo.
No sé si lo conté, pero puedo hablar con propiedad: soy cinéfilo y me comí garrones con boludeces en blanco y negro, casi sin diálogos ni personajes ni historia ni una mierda. Antes me quedo con pelotudeces como Transformers: por lo menos hay autos, Megan Fox y chongos deseables. Pero como diría Matt: “Lo ideal es cuando se juntan las ideas arriesgadas e intelectuales con el entretenimiento. Cuando eso pasa, surgen obras maestras: Casablanca, Citizen Kane, Jaws, The Dark Knight…”
Cerca de mí, un flaco de mi altura, casi tan rubio como yo, se quedó mirando el horrendo afiche de algo titulado Naturaleza.
—Una pedorrada estos posters —le dije—. Y todavía me quieren hacer creer que el cine independiente es una gloria.
El flaco me miró, serio, y se dio media vuelta.
—Sí, yo también quisiera matar a alguien —dije en voz baja. Saqué mi Sony Erickson y llamé a Matt. Me atendió la vocesita esa diciendo “El cliente tiene el celular apagado o fuera del área de cobertura”, blablablá, la concha de su madre.
Fui al patio central, dominado por la Mesa de Informes del IndieFilmFest. Pibes y chicas, luciendo camisetas del evento bajo un enorme cartel ubicado de manera vertical, atendían a quienes se acercaban. El 80% de quienes consultaban unos cuadernitos celestes debía tener entre 20 y 35 años, y seguro estudiaban cine, porque vestían como Matt y sus amigos: remeras con dibujos de Woody Allen y de Scorsese y de A Clockwork Orange, jeans raídos, camisas a cuadros, anteojos… El look grunge de los pendejos nunca me cerró, ni siquiera en los ’90, pero las minas estaban de diez. Ahí también tenía razón Matt: en el mundo del cine abundaba el buen material femenino. Las había clásicas, fashion, casual, darkies; de pelo largo, cortito, con trencitas; todas tenían estilo y belleza. Aunque tampoco era para volverse loco, por lo menos en mi caso. Les faltaba ese plus indispensable para querer encararlas.
De hecho, ni siquiera quería mezclarme con esos enfermitos de las pelis. Iban en parejas o en grupos que no paraban de hablar entre sí, y luego de agarrar lo que parecían grillas de programación, se sentaban en un amplio sector recreativo, con sillones blancos y carteles del festival, o en los bancos ubicados en los costados.
Escuché que una mina le decía a otra que si alguien filmara una peli sobre su vida, el director sería Jarmush. Una de las amigas dijo que, en su caso, sería Godard.
¡Qué predecibles! Si mi vida tuviera que ser filmada, elegiría a Danny Boyle o a Baz Luhrmann o a una mezcla de ambos. Esos tipos sabían hacer cine con toda la onda.
Sí, con Matt me alcanzaba y me sobraba en materia de cinéfilos incontrolables.
Matt, que seguía sin aparecer.
Tendría que haberle dicho de encontrarnos en mi casa, como habíamos hablado al principio. Y podría haber aprovechado el tiempo para seguir practicando con la bolsa de arena de mi gym privado, al ritmo de “Falling the Pieces” de Faith No More. ¡Cualquier cosa menos el fucking Bugs y estos nerds!
Saqué mi Blackberry y estuve por twittear: “Este lugar apesta y a Matt le voy a meter el blu-ray por el culo”, pero noté que casi todos estaban a full con sus Blackberry, como zombies, y me sentí tan patético que guardé al aparato.
—Peliculón.
Miré a mi derecha. El pendejo tendría dieciséis años y rulos colorados.
—¿What?
Scott Pilgrim.
Había visto el blu-ray que sostenía como un boludo. Para colmo, por los parlantes sonaba “Smile”, de Lily Allen.
—¿Qué escena te copó más?
La cereza del postre: un freak hinchapelotas.
—A mí me mata cuando Scott lucha contra el rubio —movía mucho las manos al hablar, cosa que me ponía nervioso—. Brandon Routh es un muerto. Pero toda la peli es sublime.
 En la remera del pibe se leía, sobre fondo negro, Filmatrón. ¿Sería una peli como Scott Pilgrim?
—Dudo que en este festival o lo que sea den algo tan grosso como esta peli, ¿y vos?
—Ni idea —dije, mirando a todos lados, intentando localizar a Matt y pensando que a veces era un imán para la gente extraña—. No pienso ver nada. Le doy esto a un ahora ex amigo y no vuelvo más por acá.
—¡Mejor! Este festival es una mentira. No sé si leíste o viste algo, pero no van a dar cine independiente posta. La mayoría de las pelis costaron más de un palo verde y actúan estrellas de Hollywood y las bancan Fox o Universal o productoras así. El verdadero cine independiente está hecho con dos pesos (con dos pesos del bolsillo de los que las filman) pero con toda la pasión. No están ni Brad Pitt ni Robert Pattinson, pero hay actores con más garra que hacen lo que esos pajeros nunca harían.
¡Matt y la puta que te parió!
—Ojo, no siempre fue así en el IndieFilmFest. Los directores anteriores le daban cabida a las pelis under de verdad, y sobre todo a las de género. Proyectaban cine de terror, ciencia-ficción, policiales, pelis divertidas, ¡y en la competencia! También se hacían retrospectivas de capos como George Romero, Darío Argento... Pero echaron a esos directores y el nuevo es un snob, un tilingo mal. Lo único que le importan son los “films” orientales, iraníes, las francesas que no cuentan nada… ¡Una mierda! Este año hacen retrospectivas de Win Wenders, del forro de Lars Von Trier... Y cree que con programar algo de Takashi Miike deja contentos a la gente de mi palo. Ni las funciones de Trasnoche quiero ver: van a dar las pelis chinas y coreanas menos buenas. Tengo la teoría de que al director nuevo y sus programadores piensan que por tener un ponja con un cuchillo en vez de un yanqui, la peli es más artística. ¡Puaj! Hay pelis y distribuidoras y festivales independientes independientes, como el Inusual, pero esto es un antro de caretas.
¿Me habrá visto cara de psicólogo?, pensé. Aunque debía admitir que no me estaba cayendo mal el pibe. Tenía actitud, hablaba bien. Yo compartía su modo de pensar, pese a que el cine de terror me era indiferente.
—Si odiás todo esto —le dije—, ¿por qué viniste? ¿Sos masoquista o algo así?
—¡Lucio! —le gritó uno de los pibes de la organización, junto a un equipo de filmación compuesto por una cámara de video vieja ubicada en un trípode—. No jodas a la gente y ponete a laburar.
—Ahí está la respuesta —dijo Lucio—. Mi primo trabaja acá. Un boludo. Y encima me trata como si fuera un bebito. Pero me deja filmar para el backstage. Mirá, es una poronga esa cámara, una antigüedad repesada, pero me la voy a robar para filmar mis propias cosas. Y además, quiero estar en el IndieFilmFest.
Reí y dije:
—Sí, sos un masoquista, man.
Él también rió y dijo:
—No, no, nada que ver. Lo que pasa es que… —bajó la voz—: … estoy saboteando todo. Ya empecé hace unos días, hackeando la página web y jodiendo los carteles pegados cerca del shopping. Tienen que cambiarlos a cada rato.
Recordé que, cuando estaba por ingresar al estacionamiento, vi dos propagandas del festival con la palabra “Indie” tachada con una X roja.
—Es mejor sabotearlo desde adentro. Nadie va a sospechar así.
—Suma que tengas cara de nene buenito —me hice sonar el cuello—. Mejor que sigas filmando. Good Luck.
Estaba por irme a la mierda (ni vidrieras quería ver ya), cuando la vi entrar por las compuertas de vidrio.
Era igual a Kat Dennigs. Una Kat Dennings de labios finos, más hermosa incluso. Se dirigía a la Mesa de Informes al tiempo que comenzaba a sonar la viola de Santana en “Smooth”.
Obviamente, fui tras ella.
En el camino, me tomé mi tiempo para verla detenerse junto a la mesa y hojear una grilla o lo que fueran esos cuadernitos celestes. Usaba botas de cuero negro y una remera naranja que le quedaba sorprendentemente bien. Si se topan con una mina le iba cualquier ropa o peinado o maquillaje, jamás la dejen ir. Casi todos le mundo allí debía pensar lo mismo: ni siquiera las chicas habían dejado de mirarla.
Me puse a su lado, apoyé el codo en la mesa y dije:
—Wow.
Me miró. Adoraba los ojos azules, sobre todo si se complementaban con una cara como aquella.
—¿”Wow” qué? —dijo, no muy deslumbrada.
—Ya están las grillas de programación —recién ahí, de tan cerca, pude notar que los cuadernitos era eso—. Qué rápido.
—Están desde el lunes.
—Yo llegué hace unas horas.
—No sonás extranjero.
—No, pero estuve de viaje y llegué a tiempo para el festival.
Sí, yo siempre tenía una respuesta a mano.
—Mirá vos —dijo, y volvió a consultar la grilla.
Ni mi aspecto físico ni mi encanto la habían impresionado. Hacía mil que no pasaba eso con nadie.
—Soy periodista —seguí inventando.
—Ajá —pasaba las páginas de la grilla.
—Del The New York Times.
Me miró otra vez, hizo una mueca similar a una sonrisa y dijo:
—No me jodas.
—Posta. Soy corresponsal.
—¿Y tu acreditación?
—¿Mi acreditación?
—Sí. Seguro debés estar acreditado.
—Ah, sí. Todavía no la pasé a buscar. ¿Vos sos periodista o algo así?
—No sé muy bien —cerró la grilla, la guardó en su cartera—. Escribo para una revista, pero no me acreditaron. Bah, los directores dijeron que me conseguirían una, pero no supe más.
Sonrió como quien oculta un fastidio, pero así y todo era una sonrisa que te cautivaba.
Sí, tenía mucho de Kat Dennings, sobre todo en Nick and Norah (por suerte, lo único que yo tenía de Michael Cera consistía en su foto del blu-ray). También había algo de Marion Cotillard, y me recordó incluso a Cris, mi primera novia, y —sobre todo por la actitud— a Claire, mi amiga francesa.
Debo tener un fetiche con las minas así.
—Yo te puedo conseguir una acreditación —dije.
—¿Vos? Si no nos conocemos.
—Nos estamos conociendo ahora —miré bien su remera: se veía una cara dibujada, de pelo y cejas blancos, y debajo, las palabras “Fire, Walk with Me”—. Por cierto, muy buena la remera.
Sonrió un poco más y dijo:
—¡Gracias! Amo a David Lynch, y el que hizo esta remera también es un genio.
—Sí, un grosso Lynch, aunque confieso que no lo adoro tanto.
En medio de tonelada de mentiras, conviene decir alguna verdad. Es parte de mi estrategia de seducción.
—Para mí es lo más —dijo ella-—. Sus pelis son magia pura. Tienen una lógica aparte, y las cosas y las personas nunca son lo que parecen ser.
—Totalmente. Ojo, algunas de sus pelis me caen bien, como Wild at Heart y…
Se nos acercó una gorda vestida de negro; casi un calco de Lauren, la de Glee. Saludó a la símil Kat y sin mirar a nadie (ni siquiera a mí) dijo:
—Te estuve esperando, nena. Cuánto jeropa por acá, eh.
—Como en todos lados, baby.
—¿Y, te consiguieron la acreditación los idiotas de tus jefes?
—No los vi todavía. Capaz que…
—Yo le voy a conseguir una acreditación —dije.
La gorda me miró y dijo, cortante.
—¿Y vos quién sos, nene?
—Un periodista importante, dice —intervino Kat—. Che, tomemos algo en Brioche Dorée y marquemos las pelis.
Perfect —dijo la gorda, y empezó a alejarse. Kat la siguió.
—En serio te consigo la acreditación, eh —le dije.
—Como quieras.
—¿Para qué revista escribís?
—Cinema Qualité.
¿What? Ese nombre es más maricón que Bugs y sus locas amigas.
—Cool —dije—. Ah, por cierto, yo soy Lucky, ¿y vos?
Kat me miró con esa sonrisa torcida de antes y dijo:
—Buena suerte.
La gorda también se dio vuelta para mirarme, como queriendo hacerme mierda con rayos láser invisibles, y, sin dejar de caminar, se puso a escribir en su Blackberry.
Me limité a sonreír.
Vi a Matt cruzando rápido el patio, hacia mí.
—¡Mil disculpas! —dijo, agitado—. Salí tarde y mi celular se quedó sin carga, por eso no pude lla...
—Todo bien, man.
—¡Gracias por la peli! ¿La viste? ¿Te gustó?
—Es para nerds como vos y casi todos los que están por acá —le di la peli, que él guardó en su bolso negro—. Voy a acreditarme para el festival.
—¡¿QUÉ?!
—Sí, voy a acreditarme. ¿Adónde tengo que ir para hacerlo?
—A las Oficinas de Prensa, pero…
—¿En dónde están?
—Arriba, en el entrepiso.
—Vayamos para allá.
—Bueno. De paso, aprovecharé para retirar m acreditación.
Seguimos hablando en el camino y cuando subíamos por las escaleras.
—Mirá que ya no hay tiempo para acreditarse —dijo Matt—. El tiempo para hacerlo venció hace dos semanas y el festival empieza mañana.
—Pero con hablar no perdemos nada.
—No entiendo. Si odiás el cine independiente y este festival, ¿Por qué de pronto te querés acreditar?
—Tengo mis motivos.
—¿Es por algo en especial? ¿O por alguien?
—Cuando querés sos muy observador, Matt.
—¿Un chongo?
—Una mina.
—¿Una mina? ¿Pero a vos no te gustan los tipos?
—A mí me gustan muchas cosas. Creí que lo sabías.
—Pero últimamente estabas más con hombres. ¿Qué pasó? ¿Tan buena está esa chica?
Llegamos arriba. Apenas subimos, dos mostradores vacíos, con monitores modernos. A los costados, pasillos con afiches en las paredes blancas y mesas con sillas altas y sillones. Casi oculto, un barcito también desierto. Por todos lados, el anticreativo logo del IndieFilmFest.
Seguí a Matt por el costado izquierdo, hasta llegar a la Sala de Prensa, una habitación repleta de notebooks que seguro serían usadas a partir del día siguiente.
Matt y yo esperamos junto al mostrador.
Sólo otras dos personas cerca de nosotros. El rubio, un clon de Aaron Eckhart, aunque sin presencia. El otro era alto, pelado y con cara de tonto. Siguiendo con el juego de los parecidos, podíamos encontrarle ciertos rasgos de Arnold Vosloo. Un garrón parecerse al villano de The Mummy.
Matt se detuvo antes de llegar hasta donde estaban ellos.
—Mis viejos amigos —dijo, irónico.
Aaron y Vosloo miraron hacia nosotros, pero enseguida se fijaron en los afiches.
—Qué raro, haciéndose los boludos.
Nunca había visto a Matt contener el enojo, porque jamás estaba enojado.
—¿Enemigos? —dije—. No sabía que alguien como vos podía tenerlos.
—No, nada que ver. No son nada. Sólo los directores de una revista para la que escribía. Gran revista, lástima esos dos…
Los miré bien. El calzado de uno era el mismo o parecido al de uno de los tipos que garchaban en el box del baño.
—¿Qué te hicieron, man?
—Para empezar, escribí como tres años ahí y nunca me pagaron.
—¿Y no te quejaste?
—Les mandé mails, los busqué, pero nada. Se hacían los distraídos.
Le palmée el hombro y dije:
—Sos un pelotudo, sabelo.
Una mujer de cuarenta y pico, muy elegante, porte de rectora exigente, salió de una puerta al fondo de la Sala de Prensa y pasó rápido junto a nosotros.
—Esa es Paula —dijo Matt, la Jefa de Prensa. Con ella tenés que hablar. Pero ojo que es media jodida.
Sería pan comido: pude notar cómo había desviado su mirada hacia mí.
—Nos vemos, colega —le dije, y fui tras la jefecita.

Como dirían en el mundo del cine, corte a esa misma noche, en el departamento de Paula. Más precisamente, en su dormitorio.
Había resultado insaciable: me la cogí tres veces por los lugares que se les ocurra, y quería más. Por lo menos, era un pedazo de mujer. ¿Y si la Jefa de Prensa resultaba ser una viejita o viejito? También tenía el speech preparado: “Tengo cáncer, me quedan unas semanas de vida y siempre fui cinéfilo. No quiero perderme este festival, balablabla”.
—¿Entonces ya estoy acreditado? —le dije, jugando distraídamente con uno de sus pezones.
—Claro, bombón —dijo, sonriente, la cabeza apoyada a centímetros de mi verga.
—Así me gusta, putita.
—Eso sí: nunca me dijiste tu nombre completo.
—Nunca lo revelo. Pero poné el que uso en Facebook: Lucas Albarn.
—Agendado. A los acreditados les damos dos entradas por día, pero yo te puedo conseguir más.
—¡Joya!
Detrás de Paula, entre las sábanas revueltas, apareció su asistente. Parecía una adolescente, pero sus documentos —y, sobre todo, su talento para el sexo oral a personas de todos los sexos—, debían indicar un poco más de años.
—Hablá conmigo sobre eso —dijo—. Yo manejo el tema de las entradas.
—Okey.
Se llevó una mano a la concha y agregó:
—Contá conmigo para todo lo que necesites.
—No me cabe ninguna duda —y le di unas palmadas en el culo.
—Y si querés entrevistar a alguien —dijo Paula—, te consigo al que quieras, incluso a Lars Von Trier.
—¿Lars Von Trier? —dijimos la asistente y yo al unísono.
En la otra punta de la cama, debajo de más sábanas revueltas, apareció el segundo asistente de Paula: un flaquito demasiado pasivo para mi gusto.
—¿Lars Von Trier? —repitió él también, acomodándose un mechón.
—Sip —Paula prendió un cigarrillo, le dio una pitada—. Lo de Gaspar Noé se cayó, pero me moví rápido y hace unas horas Von Trier me confirmó que llega mañana.
La asistente dijo que lo amaba. El pibe, todo lo contrario.
—Yo nunca vi nada del tipo —dije—. Ni siquiera Dancing in the Dark, pese a lo que adoro a Björk.
—¿Y lo de Álex de la Iglesia? —dijo la asistente—. Eso también se había pinchado.
Paula le pasó una mano por el pelo y dijo:
—También lo solucioné, pero hasta ahí: viene un director árabe que presenta un documental sobre no me acuerdo qué poronga de las montañas.
Sí, era poco común presenciar charlas de trabajo en medio de sexo duro.
—El qué si está confirmadísimo es Benjamín Biolay. Va a tocar el sábado.
Quiere ser el nuevo Gainsbourg y me debe plata, pero cae bien.
—Puede ser —dijo la asistente, también manoteando el cigarrillo—, pero a nosotras nos encanta.
—A mí también —dijo el chongo.
Paula añadió:
—Es posible que venga, pero a último último momento, un tipo más grosso que Biolay y que los demás boludos —se acarició una teta, sonrió y dijo—: Vincent Gallo.
Los asistentes saltaron y festejaron en la cama igual que dos nenitos durante Navidad.
—¿Mi amigo Vince? —dije, y le saqué el cigarrillo a la pendeja y di una pitada—. ¡Cool!
De verdad éramos amigos, pesé a que en aquel viaje a Paris me había quedado debiendo quinientos euros.
El IndieFilmFest no sería Cannes, pero evidentemente tenía lo suyo. Muchas películas, celebrities internacionales...
... y Kat, o como se llamara. No había dejado de pensar en ella ni cuando penetraba al pibe.
El rechazo (¿fingido?) de Kat había potenciado mi interés. No estaba acostumbrado a que hombres y mujeres se resistieran a mí. Siempre conseguía lo que quería, y de una, y eso termina siendo booooring.
De vez en cuando, los desafíos son indispensables, sobre todo para alguien tan inquieto como yo.
Será una fascinante aventura conquistar a Kat.
Si alguien se atrevía a interponerse... más interesante el juego.
Y, de paso, sabría lo que significaba cubrir un festival de cine. Bah, todos sabemos que no escribiré un carajo, pero estaba dispuesto a exprimirle el jugo.
—Quiero una acreditación más —dije.
—Te doy la cantidad que quieras. ¿Para quién es?
—Para una amiga.
—¿Es tan putito como nosotros?
—Todavía no lo comprobé. Mañana te paso bien los datos.
—¿Sabés una cosa? —me dijo el asistente—. Aunque apenas te vi dije que eras parecido a DiCaprio...
—... como me dice todo el mundo, bah.
—Pero te parecés más a Chris Hemsworth. A cara lavada, especialmente.
Lo miré mal y dije:
—Mataste mi libido.
—Dudo que alguien mate tu libido —y el tarado empezó a coger con la pendeja.
Paula se puso en cuatro y dijo, cual bebota:
—¿Retomamos, Lucky?
—¿La prensa de todos los festivales será como ustedes? —dije, apagué el cigarrillo en la mesa de luz y obvio que seguimos con esa especie de fiesta de bienvenida.


Continuará...


Para contactar a Lucky, vayan a... 




viernes, 13 de mayo de 2011

Poster IndieFilmFest



Poster adelanto de IndieFilmFest, próxima historia de Lucky.
Estará ambientada en un festival de cine independiente (sí, como el Bafici) y será publicada por entregas. En unos días sale la primera parte.

martes, 3 de mayo de 2011

#Paco (Relato twittero y cinéfilo)


(Tweets de Lucky, de las primeras horas del sábado 30 de abril de 2011)


@luckyalbarn En unas horas, visita de amigo cineasta. Dice que los críticos lo odian. Vi su peli. ¿Qué me pareció? Les diré después de medianoche, jaja!

@luckyalbarn Y se lo diré a él. ¿Cómo se llama? Le digo #Paco.

@luckyalbarn Una y pico. Llueve y #Paco sigue sin aparecer. Amo hacer esperar a los demás, pero odio que me hagan esperar a mí.

@luckyalbarn Odio los fucking #FF de @matiasorta!! Sí, estoy de mal humor.

@luckyalbarn Mi buen humor revive gracias a "I Want Your Sex", de #GeorgeMichael.

@luckyalbarn Mensaje por BB. #Paco está en camino.

@luckyalbarn Suena el timbre. #Paco.

@luckyalbarn Por si no lo saben, #Paco filmó una peli, hecha mierda por la crítica. Todo el mundo la odió.

@luckyalbarn Le pedí una copia para ver. No soy crítico de cine, pero quería sacarme la duda. ¿Qué me pareció? En un momento lo sabrán.

@luckyalbarn #Paco tiene un aspecto de mierda. Dice que no pudo dormir por los ataques de los críticos. Supura veneno, el hijo de puta.

@luckyalbarn #Paco “Dejá de escribir y escuchame!”. Odio que me levanten la voz, pero me quedo tranca.

@luckyalbarn Mis oídos, casi sangrando de escuchar la mala onda de #Paco.

@luckyalbarn #Paco dixit: “Hay que exterminar a los críticos. Son todos unos fachos del orto!”.

@luckyalbarn #Paco dixit: “Esos pelotudos se sienten frente a la pc y escriben y se creen dioses o l oque sea. No saben lo que es hacer cine”.

@luckyalbarn #Paco dixit: “Quiénes se creen para decidir sobre el éxito o el fracaso de un FILM? (lo dice pronunciando bien fuerte). No son artistas! No son NADA!”

@luckyalbarn #Paco dixit: "Estoy armando un proyecto de ley para abolir la crítica, o para que nosotros podamos criticarlos a ellos, putos de mierda!".

@luckyalbarn #Paco dixit: “Son unos chupaculos de las corporaciones! Si dicen saber tanto de cine, que se pongan a filmar, como hago yo”.

@luckyalbarn #Paco dixit: “SON UNOS CORRUPTOS HIJOS DE MIL PUTA, QUE NO VALORAN A LOS ARTISTAS!!”

@luckyalbarn (sí, boring todo esto)

@luckyalbarn Milagro! #Paco se sienta a respirar un poco. Me siento frente a él.

@luckyalbarn #Paco: “Y a vos qué te pareció mi film, Lucky?”.

@luckyalbarn Yo: “Lo vi anoche”.

@luckyalbarn #Paco: “¿Y?”.

@luckyalbarn Yo: “Está bueno. Tiene onda”.

@luckyalbarn #Paco (se le ilumina la cara): “En serio te gustó? Qué bueno, porque yo filmo para el público, no para esos putos malcogidos de los críticos”.

@luckyalbarn Yo: “Me gusta cuando el negro y la gorda cogen en el baño roñoso. Me cagué de risa!!”.

@luckyalbarn #Paco: “Te reíste? Pero si esa escena es erótica y dramática!”.

@luckyalbarn Yo: “Dramática? Pero las poses y lo que ella gime y cuando se enchastran con caca... Un cago de la risa mal!!”.

@luckyalbarn #Paco: No, no, no! Esa escena no es cómica!”.

@luckyalbarn Yo: “Pero te salió cómica, man. Congrats!”.

@luckyalbarn #Paco (nervioso): “No, no puede ser! Esa no era mi intención!!”.

@luckyalbarn Yo: “Otra parte buena pero dura es cuando el enano baila como Rick James. Muy emotiva”.

@luckyalbarn #Paco: “Emotiva? What? Si es graciosa!”.

@luckyalbarn Yo: “No, no me reí. Me pareció supertriste, loco. Y eso que yo no lloro con pelis”.

@luckyalbarn #Paco: “No, no quise hacerla triste sino desopilante. Fellinezca!”.

@luckyalbarn Yo: “Si vos lo decís...”

@luckyalbarn #Paco: “Uy uy... ¿Y tu personaje favorito? ¿Cuál te pareció el más logrado?”.

@luckyalbarn Yo: “Son dos preguntas distintas. Pero mi favorito, lejos, es el mogólico, el Corky”.

@luckyalbarn #Paco: “Ehh? Cuál mogólico si no hay ningún mogólico en mi film”.

@luckyalbarn Yo: “Sí, el hijo de la pelirroja!”.

@luckyalbarn #Paco (le están por explotar las venas del cuello) “No es mogólico ese chico!!!”.

@luckyalbarn Yo: “¿Estás seguro? Con esos ojos saltones y esa boca siempre abierta... debe ser Corky, aunque te dijeron que no”.

@luckyalbarn #Paco: “NO NO NO!!! YA TE PARECÉS A ESOS CRÍTICOS FORROS!! Andá, date la mano con ellos”.

@luckyalbarn #Paco: “SOS UNA MIERDA IGUAL QUE TODOS ELLOS”.

@luckyalbarn Yo: “pará, man, pará...”

@luckyalbarn #Paco: “NO PARO UNA CARAJO. PENSÉ QUE ENTENDÍAS ALGO DE ARTE, PERO NO. SOS OTRO IGNORANTE, COMO ESOS CAGATINTA!!”.

@luckyalbarn #Paco se levanta, yo me levanto. Parece un babuino enfurecido.

@luckyalbarn #Paco: “No entendés nada, pelotudo de mierda...”.

@luckyalbarn Quiere darme una piña, pero la esquivo y le doy un cabezazo que lo deja tambaleante. Lo derribo, le doy una patada en la cabeza. Queda inconsciente.

@luckyalbarn Yo: “Si tu peli es una garcha, nadie tiene la culpa”.

@luckyalbarn Miro mi colección de DVDs y Blu Ray y considero hacérselos tragar a #Paco, así aprende algo de buen cine. Pueden opinar ustedes, followers!

@luckyalbarn Podría hacerle tragar #Jaws #TheGodfather #PointBreak #Scarface #MoulinRouge #BackToTheFuture #TheSilenceOfTheLambs

@luckyalbarn … O podría meterle los discos por el culo. Uno por uno. Total, después compro copias nuevas.

@luckyalbarn Pero tanto me cansó este tipo, y tan embolado estoy por su culpa...

@luckyalbarn Tanto me cansó, ya con su intento de película...

@luckyalbarn ... que agarro el Bowie y le corto la yugular.

@luckyalbarn No perderé más tiempo con #Paco.

@luckyalbarn Me voy a escuchar a Beady Eye. Chau! La próxima no traeré a boludos que se creen artistas.

@luckyalbarn Por cierto, los críticos me caen bien. @matiasorta, sos complicado, igual pero te banco!


Para contactar a Lucky, vayan a... 

#Paco Propaganda

Fotos de promoción del cuento “#Paco (Relato twittero y cinéfilo)”. Un cuento, dicen, inspirado en la cruzada de Diego Rafecas contra los críticos de cine.

#Paco se creía Spielberg.

 
#Paco se creía Scorsese.


#Paco se creía Tarantino.