Imaginate que estás en LA disco, imaginate
que aparece EL chongo (cualquier clon de Jeremy Renner merece dicho
calificativo), imaginate que bastan unas miradas para pegar onda, imaginate que
beben unos Gin Tonic, imaginate risas, roces, besos, imaginate que lo invitás a tu casa,
imaginate que él accede…
Imaginate que ambos están desnudos en tu
dormitorio, sobre la cama, listos para coger, imaginate que apenas quedás de
espaldas te esposa las manos y dice:
—Arrestado.
What the fuck…
—Esto es un error —dije.
—Esto es Interpol —dijo, y sentí el caño de
una pistola sobre mi columna—. Por fin atrapé a la leyenda.
—¿Leyenda?
—Hace rato que escuchamos sobre “el nuevo
Jeffrey Dahmer”.
—¿El nuevo Jeffrey Dahmer? —eso me molestó
más que el engaño y que las esposas.
—Con mucho de Jason Bourne, también. Todos en
la agencia dejaron de buscarte. Todos… menos yo. Te estuve rastreando acá, en
Londres, en Ibiza, en Nueva York, en donde tengo pruebas de que pasast. Pero ya
está —se rió—. Por eso yo solo me voy a quedar con la gloria.
—Estás viendo demasiadas pelis. Deberías garchar
más.
El caño del arma pasó de la columna a mi
cabeza.
—Y vos deberías hablar menos —dijo Jeremy.
—Sé que no vas a matarme, pero dejame decir
una cosa.
—¿Querés pegarle un tubazo a tu abogado?
—Nada que ver —giré la cara para verlo—.
Mirá, odio dejar las cosas por la mitad, así que...
—¿Qué?
Sonreí y dije:
—Come on…
Me lo cogí. ¿Era gay o bi de antes o había
empezado a disfrutarlo cuando se puso a perseguirme? Si fue lo segundo, no
podemos negar que es un hombre comprometido con su trabajo. También aproveché
para esposarlo, “así maximizamos el goce”. La pistola, en algún rincón.
—Es verdad la leyenda —dijo entre jadeos,
apenas acabé dentro de su precioso culo—: podés tener a quien quieras. No sé
cómo, pero convencés hasta a las paredes.
—Podría tener a Dios, si quisiera —le dije al
oído, y aproveché para lamer una gota de sudor a punto de caer del lóbulo de la
oreja—, pero soy ateo. En fin, oíme, Hawkeye, te tiro esta palabra: Treesome.
Soltó una risita.
—Cool —dijo—. ¿Hombre o mujer?
—Un best friend de mi época de teenager con
quien me reencontré hace unos días: Dundee.
—Dundee… Okey, llamalo.
—No es necesario —saqué a mi preciosos
cuchillo Bowie de debajo del colchón—. Dundee is here.
—Un placer, Jeremy —dije. Le mostré a Dundee,
ahora con la hoja ensangrentada—. Lo mismo dice mi amigo.
Pero Jeremy (mejor dicho, su cabeza, apilada
junto a otros restos de su cuerpo) fue incapaz de responder.
—Ah, y nunca vuelvas a compararme con Jeffrey
Dahmer. I love Jeffrey, pero a
Robert Downey Jr. o a Kate Moss o a James Bond nunca los comparan con nadie. You
understand?
Otros
cuentos protagonizados por Lucky:
“Metal God”